Algunos afirman que la esperanza es siempre lo último que se pierde. En esta ciudad, casi la gran mayoría de los habitantes la han perdido. Sin embargo, existen pocos que aún tienen el anhelo de salvar la ciudad de su inminente desastre. Él es uno de estos soñadores, firme creyente de que el bien siempre podrá derrotar al mal. Un detective de bajos recursos, el cual siempre está en busca de nuevos retos, en pos de crear la justicia que tanto desea.
El detective recorrió la ciudad, sin saber bien a donde quería llegar. Vestía una gabardina de color café con un sombrero a juego, tenía el cabello oscuro, altura promedio y los ojos de un intenso color miel. La verdad es que cada vez que tiene un caso complicado, vaga por los rincones peligrosos de la ciudad. Una especie de adrenalina no lo deja estar quieto, en esos momentos donde su cerebro intenta revisar todos los detalles de las escenas del crimen.
Caminó por muchas horas sin encontrar respuesta. Suspiró frustrado, mientras se metía las manos en los bolsillos. Decidió ir a la parada de autobuses para llegar a su hogar, aunque la sensación de impotencia lo envolvía.
Recordó una cafetería, donde se servía un café bastante malo, pero que siempre tiene la virtud de despertar su cuerpo. Llegó muy pronto a aquel sitio, compró el vaso de café, caminó con cuidado hacia el lugar donde se sentaría durante unos minutos antes de marcharse, pero ya había una chica ocupándolo, vestía de negro, con los puños apretados y la mirada fija en un punto. El detective siguió la trayectoria de sus ojos, viendo como un policía intentaba atrapar al cual parecía ser un ladrón.
- ¿Qué ha sucedido? - le preguntó a la desconocida.
La chica lo observó de reojo, sorprendida de que a alguien le interesara el destino de otra persona, porque incluso se dio el tiempo de preguntar por ello. Sintió muchísima rabia en contra de todos, en esta ciudad la consideración hacia el otro era algo inexistente, además que alguien lo hiciera resaltaba lo bajo que la metrópoli había caído.
-Esta ciudad está podrida. - exclama para sí, sin contenerse.
- ¿Por qué lo dices?
Ella decidió no contestarle y mantuvo la mirada en la escena, la cual comenzó a ponerse más violenta. El policía, sin ninguna paciencia y bastante molesto por lo ocurrido, atrapó al ladrón entre sus dedos, arrojándolo al suelo para golpearlo con saña. A nadie le importó la situación, porque era algo tan “normal” para los ciudadanos que francamente no importaba, pasaban de largo, algunos incluso miraban y reían.
- Por e... - murmuró entre dientes, más enojada que antes. Pero no pudo terminar su frase, porque él súbitamente tiró el café al suelo, rápidamente fue donde el policía y se interpuso entre los golpes que éste arrojaba sobre el ladrón.
- ¡Esto es asunto mío! ¡No te entrometas! - gritó el uniformado.
El detective ni siquiera le contestó, formando una cruz con sus brazos en posición de defensa, para proteger al bandido de los golpes. En ese momento el policía se alteró, sacó la pistola de su bolsillo derecho, dispuesto a terminar con ambos de un solo tiro. Con lo que no contó, fue que la chica se moviera de su puesto, ubicándose detrás de él, para apuntarlo con un arma de igual calibre.
- Un movimiento más y no dudaré en apretar el gatillo - dijo ella calmada.- aparte a nadie le importará si lo hago.
El uniformado sintió el peso de la sentencia. Gracias al movimiento de la desconocida, la situación se dio vuelta, él se convirtió en un ser indefenso. Bajó el arma, de antemano sintiéndose derrotado, sin embargo su orgullo le impidió moverse del lugar.
- Lárgate.- dijo ella sin bajar la guardia.
El sujeto, molesto, observó con desprecio a los tres. Terminó por guardar la pistola musitando:
- No valen mi tiempo.- finalizó retirándose, farfullando que quién tuviese un arma se creería el dueño del mundo.
El joven de la gabardina miró con con sorpresa a la chica oscura, la cual observó de reojo al ladrón. El detective retrocedió un par de pasos, dejándole el paso libre al ladrón. Este fue a toda velocidad, hacia una pequeña niña que lloraba, vestida con harapos, con su cara sucia de tierra. Sacó un pedazo mugriento de pan que alcanzó a salvar, para que la niña pudiese comerlo. Sorprendida, la joven guardó el arma en el bolsillo, mirando al joven con curiosidad.
-¿Sí? - preguntó el detective.
- ¿Esa es tu idea de hacer algo productivo? ¿Dejar que un hijo de puta te mate a golpes? - recriminó con sarcasmo.
-Era lo correcto - contestó con sencillez.
La joven le dedicó unas de sus sonrisas torcidas repletas de ironía.
- No sé si calificarte como valiente o un simple idiota.
El chico tan solo se tocó las magulladuras, intentando encubrir una mueca de dolor.
- Tal vez sea un poco de ambas - bromeó intentando amenizar el ambiente.
-Yo no bromeo - dijo seria la joven.
-Relájate un poco, no ves que estoy lastimado.- le sonrió a pesar de que el cuerpo le dolía bastante.
- No puedo hacer eso ¿acaso sabes dónde estamos viviendo?
-Aún queda esperanza por estos lares- señaló al padre de la chica.- porque él ha luchado por ella.- la chica también miro la escena, descubriendo que la pequeña parecía feliz, acunada en el pecho de su progenitor.
Juntos volvieron a la estación del bus. Ella se sentó dónde estaba desde el inicio. Él de pie, la miraba en silencio y luego preguntó:
- ¿Pensabas matar a ese policía? - dijo con preocupación.
-¿Por qué no hacerlo?... él estaba dispuesto a eliminarte.
-¿Quién eres para quitar y dar vida? - le preguntó enigmáticamente.
La chica se molestó ante aquel comentario.
-Solo te ayudaba. Parecías a punto de rendirte.- rebatió ella.
-Yo no me rindo nunca.- se defendió el detective. Ella perdió el control frente a esa respuesta.
-¡Acaso crees que con buenas intenciones, el desgraciado dejaría de golpearte! -gritó furiosa.
-Siempre vale la pena intentarlo. - contestó dispuesto a hacer valer su opinión.
-Me rectifico - ella se levantó más enfadada que nunca - eres verdaderamente un idiota, con ese pensamiento ni siquiera sobrevivirás un mes en estas calles.
-Si supieras que he vivido aquí toda mi vida... - comenzó a contarle.
Ella no quiso seguir escuchándolo. Tan solo se dio la media vuelta, dispuesta a no volver a hablar con ese tipo que se creía héroe, y no era capaz siquiera de defenderse a sí mismo.
Me gustó el detective, es tan rudo jajaja, pido que se llame Gabriel ajajaj de ahí viene su rudeza (es broma). Na, me gusto, está bien construido, me gustó la escena de la pelea y la rudeza del detective e.e.
ResponderEliminarMe gusta. Aunque concuerdo con los sentimientos de la chica, hay veces en las que también me he sentido así. Por otro lado... También estoy de acuerdo con él, porque mi mentalidad y la suya se parecen. Dualidad everywhere~ xD! No sé a quien apoyar ._.
ResponderEliminarNena, me caigo de sueño, así que te leo y te comento en modo automático. Luego lo releo con más detalles y todo eso, ¿vale?
Igual me gustó *w*
¡Besos!