Te quería regalar dulces palabras. Algo así como un caramelo delicioso, que se deslice por tu garganta de manera lenta y torturante.
O quizá palabras que sean idénticas a ese chocolate que se derrite entre los dedos. Que uno mira con enfado al ver esos ínfimos pedazos atrapados en la piel de tus dedos, el cual a pesar de los intentos no se puede tragar.
Tal vez que fuesen como un enorme pastel. De esos que se comen a escondidas, repletos de culpa, placer y lujuria, atragantandote rápido para que nadie te encuentre cometiendo ese pecado a los kilos de más.
¿Pero sabes? no encontré algo más dulce que los besos regalados por tu boca.
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