La encontré. En medio de tantas historias entrecruzadas que ha veces se toman mis pensamientos al aire, apareció Leonora entre ellos... tan definida como si la conociera desde siempre :´D
domingo, 26 de diciembre de 2010
Leonora
La encontré. En medio de tantas historias entrecruzadas que ha veces se toman mis pensamientos al aire, apareció Leonora entre ellos... tan definida como si la conociera desde siempre :´D
miércoles, 10 de noviembre de 2010
Relato sobre una mosca
Si tú humano, me preguntaras como me siento sobre mis 24 horas de vida te diría lo siguiente. La verdad, es que no pienso mucho sobre eso. Solo viviré un día ¿para que amargarme? Si piensas entre la diferencia entre un milenio y una hora, no es tan significativa como tú lo crees.
Todos moriremos algún día. Y cuando eso pase, la Tierra no se detendrá ni se terminará la existencia… bueno solo la tuya.
Así que en vez de amargarme como tú, que te quejas de un par de meses de vida, déjame tranquilo vivir mi único día en esta Tierra.
El cual viviré al máximo.
viernes, 17 de septiembre de 2010
Amistad
Angélica vio a la victima alejarse entre las personas, tonta, sola e indefensa. Se sonrió instintivamente, mientras sus manos se empuñaban en los costados.
—Esta me las pagará.
La chica siguió caminando sin percatarse de que la seguían. Entonces cuando dobló la esquina la joven vislumbró su oportunidad.
—¡Espera!— gritó suavemente. La aludida solo se dio vuelta, para mirarla por encima del hombro.
—¿Eres la amiga de Katte?
—Pues si— se aproximó para tomarla y arrinconarla con fiereza en contra de la muralla.
—¡Pero que…!— intentó zafarse, más el agarre de Angélica era demasiado efectivo.
—Escúchame bien, ya que no lo repetiré de nuevo— siseó por lo bajo— yo nuevamente escucho a Katte sintiéndose mal por tu culpa, te lo juro… y perjuro que romperé esta cara de la cual tanto presumes.
La otra chica se tornó del color de la tiza.
—La cual no es tan bonita como crees— sonrió de lado.
—Estas loca— exclamó la otra chica al borde del llanto.
—Y tú— dijo con dejo de desprecio— eres simplemente patética. Sintiéndote mejor cuando sabes que le tienes envidia a Katte… ¿O me equivoco?
La otra joven solo se mordió los labios.
—Como lo imaginé.
Angélica soltó a su presa del agarre. Esta salió corriendo por su vida.
Trascurrieron un par días. Angélica como siempre esperaba a que Katte la fuese a buscar a su sala.
—¡Ange!— era la voz de Katte.
—Dime— comentó la otra.
—¡Hoy pasó algo increíble!— comentó con sus mejillas rojas— Luisa se disculpó conmigo.
—¿En serio?— dijo con un dejo de sarcasmo.
—¡De veras lo hizo! Dijo que era solo por envidia… y otras cosas que olvidé— posó su mirada miel en los ojos de la otra. —Dime que tú no tuviste nada que ver en esto.
—Cree lo que quieras Katte.
Más antes de que la chica pudiese reclamarle, Angélica dijo como si nada.
—Bueno me alegra que me hiciera caso o sino le hubiese tirado los dientes.
—Ange no tienes que ser así.
—Tengo que serlo… sobre todo si mi mejor amiga se siente mal cuando una estupida como esa la trata mal.
—Repito no tenias… pero gracias de todas maneras— dijo y le sonrió.
—Nada de cosas cursis cerca de mi metro cuadrado por favor— contestó secamente Angélica.
Más Katte sabe de memoria, que ese es un “de nada” oculto entre sarcasmo.
Fin
jueves, 16 de septiembre de 2010
Miedo
Miedo:
Podía ir por la vida aplastando cucarachas y otras alimañas. Pero cuando se trataba de ratas a Angélica le tiritaba todo el cuerpo, se paralizaba y salía corriendo, gritando cual poseída.
Por eso cuando en la sala apareció el espanto ese, todo el mundo se volteó a mirar a la chica ruda, palidecer de miedo ante un pequeño ratón.
—Mírenla llena de miedo— se burló un tipo, ella no supo quien. Después se sintió el ruido seco de un golpe.
—No la molestes idiota.
Antonio la estaba defendiendo, y eso la molestó. A pesar de todo lo pasado aún se creía con derecho a defenderla. Y ella tenía demasiado orgullo en el cuerpo como para permitirle el privilegio de defenderla.
—¡No tengo miedo!— gritó, agarrando un cuchillo cartonero, dispuesta a sacarle las tripas con eso.
Más cuando lo tuvo en frente, el animal no salió huyendo. Se paró en dos patas mirándola con sus ojos aceituna. Y ella sin saber porque se reclinó en sus rodillas para mirarlo de cerca.
No era que hubiese superado su fobia de la nada. Era solo que aunque tuviese una careta de malvada todo el tiempo, era incapaz de hacer daño… a cualquiera.
—¡Bu!— exclamó y el ratón salió huyendo.
—No hay necesidad de herir a nadie sin razón— dijo sin darse cuenta, en voz baja. A pesar de ello, Antonio pudo escucharla, y sus ojos azules se clavaron en el piso por un largo rato.
Fin
lunes, 13 de septiembre de 2010
Adicción
Se declaró adicta, cuando se descubrió oculta entre las sombras de la bodega, escribiéndole versos al olvido.
lunes, 16 de agosto de 2010
Amargo
domingo, 15 de agosto de 2010
Dulce
martes, 27 de julio de 2010
Porcelana
La niña miró con profundo desagrado, los zapatos de charol que asfixiaban sus pies. Pasó las manos por la tela suave del vestido rosa, la enagua del mismo la hacia sentirse incomoda.
—Mamá… ¿Por qué tengo que vestirme así?
—Eres una niña hermosa— comentó distraídamente mientras buscaba un sombrero que combinase con todo el conjunto— delicada, de piel blanca. Igual a la muñeca de porcelana que te dio tu abuela.
—Me aterra esa muñeca.
—No digas tonterías. Ahora sonríe, pórtate bien, no te ensucies ni hables. Las niñas buenas hacen eso.
Las niñas buenas era la frase favorita de su madre. Bueno, la niña pensaba eso porque lo repetía incesantemente, como el zumbido de una mosca que no se puede aplastar.
Ella miró a los niños jugar, empujarse y gritar. Que envidia... tan libres como los pájaros.
En cambio, ella estaba condenada a sonreír, caminar derecha y no hablar.
A ser sencillamente idéntica a la muñeca sin vida que reposaba sobre su cama todos los días.
viernes, 23 de julio de 2010
Yo no quiero escribir sobre ti
Es verdad, no deseo poner palabras por ti. Sé que eso te pone triste, malhumorado y que hace salir todos tus celos, más es la verdad... yo no quiero escribir sobre ti.
jueves, 22 de julio de 2010
Ilusión
—Demonios— pensé— quizá debería dejar de inyectarme.
martes, 22 de junio de 2010
Ce soir ou jamais:
Y en eso estaba, pensando en las palabras justas para decirle, cuando ella me miró a los ojos.
—No sabría vivir sin ti.— luego se volteó y siguió caminando delante de mí.
Y yo supe… que jamás podría decirle lo que sentía sin dañarla. Entonces como tantas veces, me mordí la boca y seguí a su lado en silencio.
martes, 8 de junio de 2010
Necesidad
domingo, 9 de mayo de 2010
Hello stranger
domingo, 2 de mayo de 2010
Not Juliet Not Cinderella
Tampoco soy la Cenicienta, no correré al sonar de las doce de las noches.
Dejaré que el tiempo corra despacio, y sonreiré perversamente para despertar tus instintos.
Morderé con delicadeza una cereza, solo por el placer de ver tu cara traicionada.
Así es, no soy Julieta ni Cenicienta. Nunca seré una princesa y ya es hora de que te acostumbres a la idea.
jueves, 25 de marzo de 2010
Angelica
Hoy les voy a relatar todo lo que sé de este personaje mío.
sábado, 20 de marzo de 2010
Imán
¿Cómo le hacen para siempre encontrarse?
Dentro de la penumbra del tiempo, que todo lo desdibuja con sumo detalle, ellos se encuentran siempre.
Se miran con denotada desconfianza, rechazan sus ojos, su corazón latiendo a toda velocidad, amplias señales de que son felices al verse y siguen adelante intentando huir de su propio destino.
Él siempre la deseó aunque nunca pudiese decirlo. Ella siempre lo quiso aunque siempre evitó su mirada oscura.
Pero ambos fatalmente siempre logran toparse, encontrarse y nuevamente huir por el peso de sus propios sentimientos.
¿Cuántas veces lo han intentado? Muchísimas, tantas que hasta han perdido la cuenta. En este absurdo juego de cacería donde ninguno de los dos es el cazador ni la presa, tendiéndose pequeñas trampas para evitar el reencuentro.
Más no hay trampa en este mundo, que no sucumba ante la red del destino.
—Tú de nuevo— ella lo dijo sin asombro ni pena.
—Exacto.
Ella guardó silencio. Tantas cosas que callar, cuantas que decir. Él enmudeció al verla, siempre retratada en su pupila, imborrable e inalterable.
Pero su atracción es un error. Ambos lo saben, como un espantoso cuchillo clavado en su espalda, imposible de sacar pero que siempre sabes que está allí.
Siempre recordaran el escaso momento en que pudieron vivir su locura al máximo. Esas palabras, siempre, jamás y nunca… son demasiado tiempo, y tuvieron un costo muy alto, como para ser pronunciadas de nuevo por sus labios.
Sostuvieron esa conversación banal, tantas veces dicha. A sabiendas de la respuesta, solo por oír la voz del otro tan cercana y lejana a la vez.
—Ya veo, entonces ¿Te embarcas nuevamente?
—Yo creo— él desvió su mirada de la de ella— pronto me largo.
¿Cuándo regresará? Pensó ella, más no preguntó.
Su mirada clara la delató, porque él susurró con voz queda.
—Dos años.
El mundo se le resquebrajó a ella. Era demasiado tiempo, incluso para ellos.
Él siempre estaba cuidándola sin que ella lo notara. Ella siempre rezó todas las noches para que él fuese feliz.
¿Es la felicidad siempre egoísta? Con un nudo en la garganta, ella pensó que sí. Quería gritarle que no se fuera, exigiéndole aunque nada pudiese exigir. Atarlo a su lado para que siempre estuviesen juntos.
Pero ellos son como un imán. Se atraen de la misma manera en que se repelen.
Podrán pasar días, semanas y años sin verse, pero siempre se encontraran. Contra viento y marea, ellos se encontraran porque es su destino amarse en la penumbra y en silencio. Siendo felices cuando se ven por fugaces instantes.
—Espero te vaya muy bien— ella le tendió la mano, él estrechó sus dedos con los de ella.
La sensación de tensión, idéntica a la de dos imanes cuando se juntan fue casi abismal. La atracción inevitable de su aura, los atrajo de manera caótica. Respiraron agitados, sujetos solo por la punta de sus dedos.
Por un momento supieron que si no se soltaban, quizá nunca pudieran separarse.
Fue ella quien rompió el embrujo. Se quedó con la sensación ardiente, idéntica a una angustiosa quemadura, guardando su mano en su bolsillo rezando porque el calor de él se quedase allí para siempre.
—Cuídate mucho— exclamó él preocupado.
¿Quién se encargaría de que ella fuese feliz? Él no quería saberlo, pero sospecho que ella estaría a salvo. Ambos se esperarían hasta el otro encuentro. Hasta el otro inevitable reencuentro.
Ella tuvo la misma sensación. Su corazón le aseguró que volverían a verse, así que pudo sonreírle sin amargura y decirle:
—Tú también.
Porque ellos son como un imán. No pueden vivir separados por mucho tiempo. Se reencontraran nuevamente y ellos huirán de sus propios sentimientos desbocados. Harán esas mismas preguntas, para disimular su felicidad al versa y la desazón al separarse.
Porque se repelen de la misma manera en que se atraen. Porque se odian con la misma intensidad que se aman.
Fin