jueves, 22 de noviembre de 2012

Marginal


Existe una ciudad que no importa la época del día, siempre está con una atmósfera deprimente. Casi como si allí se viviera en un eterno negro día de invierno. La gente que la habita, es tan lúgubre como la misma ciudad oscura. Algunos, sostienen la idea de que quizá las cosas cambien, y la metrópolis pueda florecer. La gran mayoría, por el contrario, solo arrugan el ceño cuando escuchan esas palabras llenas de optimismo, y tan solo hacen lo que sea para seguir sobreviviendo.


Ella forma parte de estos últimos. Vagaba por la ciudad cubierta de polvo, basura y escombros. Llevaba un cigarro en la mitad de su boca, la cual esta está pintada de un color rojo oscuro. Su tez es pálida y sus ojos son tan lúgubres como sus pensamientos. No es la primera vez que sale a caminar por estas peligrosas calles, lo hace en búsqueda de algo... bueno, ni ella misma sabe que desea encontrar.


Viste completamente de negro, lo cual le ayuda bastante a pasar desapercibida por los callejones llenos de basura. Por ahora, la ciudad parece un desierto, donde nadie se atreve a poner un pie afuera de su casa, después de la medianoche. En ese  momento, solo se pueden escuchar los pasos de la chica en medio de la total oscuridad, irrumpida a ratos por los faroles de la calle. Pero de la nada, un sonido irrumpió la calma.  

En las esquinas de uno de los tantos callejones, se escuchó como cayeron unos botes de basura, seguidas de unas amenazas proferidas por voces masculinas. Al parecer algo interesante se estaba gestando en ese lugar. Sonrió de lado, al parecer era lo que estaba esperando con ansias. Dirigió sus pasos hacia aquel lugar, curiosa de saber que ocurria.

Se encontró con la siguiente escena. Una muchacha estaba acorralada entre dos maleantes, tenía tez de color blanca, cabello de color rojo y vestía ropa muy provocativa. Uno de los tipos, le sostenía fuertemente la boca y las muñecas, mientras se relamía los labios tirando de su ropa. El otro, con una cuchilla en mano, lanzaba amenazas con un tono suave tono de voz. Ambos eran de una contextura gruesa, con estatura bastante considerable, vestidos de negro de pies a cabeza.

Con cuidado para que no pudiesen escucharla, se aproximó paso a paso a la escena que se desarrollaba ante sus ojos. Quiso, antes de hacer cualquier movimiento, mirar la cara de la chica acosada. Esta sollozaba despacio, sus ojos vacíos de expresión delataban que ya se había rendido.

Habían pocas cosas que molestaran a la chica de traje oscuro. Rendirse fácilmente, era una de ellas. Sí tan solo la chica de cabello rojo, hubiese mostrado algo de vida en sus ojos, tal vez la ayudaría con ganas. “No vale la pena luchar por quién no quiere defenderse” pensó, mientras los hombres seguían entretenidos con su presa fácil. Pero, a pesar de sus pensamientos fatalistas, decidió darle una oportunidad preguntándole:

- ¿Tan fácil te has rendido? - le preguntó a la joven.

La voz de la chica oscura retumbó por todo el callejón. Uno de los tipos se dio la media vuelta, mostrando su rostro demacrado, de color café y una enorme cicatriz en la mejilla derecha. El otro, ni siquiera se inmutó, arrojando a la chica que tenía en sus manos. Está no intentó levantarse, aferrada al suelo con sus manos, presa de terribles temblores.

- ¡Y a ti quién te llamó! - reclamó él que se dio la media vuelta.
- No te alteres de esa forma - dijo el otro - ¿No ves que ha llegado sola? - le brillaron los ojos con malicia.
- Entiendo a qué te refieres - sonrió su compañero, sacando el cuchillo que tenía escondido en la manga izquierda. - supongo que vienes por compañía.

La chica recién llegada, no se inmutó ante aquellas palabras cargadas de amenaza. Se dirigió a la pelirroja, que aún no podía moverse, diciéndole:

- Hey tú hablo contigo - comentó calmada - es la última vez que te hablaré.

Desde el suelo, la chica la miró a los ojos marrones y fríos. La oportunidad de salvarse aparecía frente a ella. Y gracias a eso, todo el peso de la situación cayó en su mente. Un incontenible grito se formó en su cabeza, que decía: ¡No me toquen!. Mas, cuando intentó decirlas, tan solo unas enormes lágrimas de frustración cayeron de sus ojos, rompiendo a llorar desconsoladamente.
Uno de los tipos miró a la pelirroja llorar en el suelo y molesto por tanto ruido, la pateó fuertemente en las costillas.

- Cállate, que los objetos no hablan - comentó después de dejarla sin aire. La chica se revolcó en el suelo atinando sólo a cubrirse la boca del estomago.

- Suficiente -  exclamó la chica de negro, mientras sacaba un cuchillo de una de sus mangas.

En el mismo tiempo en que ocurrió esta acción, la silueta oscura de la chica ya había realizado su primer ataque, con una rapidez insólita y tal habilidad, que incluso pudo arrebatarle el arma al maleante que aún permanecía quieto. Este último se indignó de sobremanera ante tamaña hazaña.

- Maldita zorra escurridiza, ya sabrás lo que es bueno .- atinó a responderle, dispuesto a iniciar una pelea. Se arrojó sobre la chica, con la clara intención de agarrarla e inmovilizarla en la pared más cercana.

Ese movimiento era el que ella esperaba que hiciera. Se quedó inmóvil, esperando hasta que estuviese suficientemente cerca, para clavarle el cuchillo en la mano izquierda, justo en el centro de la misma. El sujeto, aullando de dolor, intentó sacarlo de inmediato, dejándose caer de rodillas frente a la la chica. La joven de oscura mirada, aprovechó esto para tomarlo del pelo, deleitándose ante aquel rostro ahora repleto de dolor.

- No sabrás pelear muy bien, pero al menos supiste sacarle el filo a tu arma, es un buen punto - hizo  notar con ironía, sonriendo ligeramente. Después de esas palabras, clavó el otro cuchillo en el ojo derecho del maleante a sus pies.

-¿Sabes? creo que incluso te ves mejor así - comentó, en medio de los gritos del sujeto, el cual cayó al suelo sin saber qué hacer.

El otro tipo que permanecía casi como en trance, mirando lo que había sucedido. Pudo al fin reaccionar, cuando notó que su compañero estaba arrojado en el piso.

-¡¿Qué has hecho?! ¡hija de puta! - gritó acercándose con grandes zancadas, arrojando un puñetazo hacia el rostro de la joven.

Con tranquilidad lo esquivó. Empuñó las manos y lanzó un golpe de su puño izquierdo, el cual sin mayor dificultad le rompió la nariz.

-¡Eres una...! -  el tipo no alcanzó a terminar la oración , porque un rodillazo le llegó justo en medio de las costillas, dejándolo sin respiración casi de inmediato.

- Silencio, la basura no habla.- dijo mientras le lanzaba una patada a la cara. Él quien recibió el golpe en seco dio de bruces al suelo, cayendo fuertemente sobre el cemento.

Mientras tanto el sujeto que aún tenía el cuchillo en el ojo, estaba revolcándose en el suelo, sin poder captar lo que sucedió. Ella se aproximó a él, arrancó el arma de un solo movimiento, salpicando de sangre a ambos. El tipo gritó nuevamente más fuerte que antes. La chica no se inmutó frente a estos.

Miró a la otra joven, que aterrada miraba la escena desde el piso, apenas moviéndose para respirar. La chica manchada de rojo le volvió a sonreír mientras decía.

-Yo no gozo del sufrimiento como ustedes - dijo tranquila - así que los mataré ahora - finalizó.

No les dio la oportunidad de escapar. Con cuchillo en mano, agarró a uno de los maleantes del pelo, deslizándole el arma por el cuello. Sin demora alguna, lo soltó arrojandolo sobre el piso, para hacer lo mismo con el otro desconocido, que a la rastra intentaba escapar de ella. La sangre volvió a derramarse sobre el pavimento, el cual quedó con una enorme mancha de color carmesí.

Terminado con esto, guardó las armas en su manga, para dirigirse a la chica tirada en el piso, la cual temblaba, pensando que también acabaría con su vida, luego de matar a sangre fría a los maleantes. En cambio de eso, recibió un golpe que la dejó inconsciente.

Cuando esta recobró la consciencia, miró a todos lados asustada, hasta que reconoció a la mujer que le había salvado la vida

- ¿Donde...?- quiso preguntar, pero la chica se lo impidió.
-No importa donde estás, lo importante es que está
s con vida. - señaló - y al parecer ya puedes caminar. - dijo alejándose de la estación de buses a la cual la había cargado.

No alcanzó siquiera a escuchar, cuando la chica, en medio de lágrimas y con una voz temblorosa le dio las gracias.



PD: Versión reeditada del capitulo anterior. Por favor recuerde comentar cualquier cosa, critica o sugerencia será bien recibida :)