viernes, 17 de septiembre de 2010

Amistad

Angélica vio a la victima alejarse entre las personas, tonta, sola e indefensa. Se sonrió instintivamente, mientras sus manos se empuñaban en los costados.

—Esta me las pagará.

La chica siguió caminando sin percatarse de que la seguían. Entonces cuando dobló la esquina la joven vislumbró su oportunidad.

—¡Espera!— gritó suavemente. La aludida solo se dio vuelta, para mirarla por encima del hombro.

—¿Eres la amiga de Katte?

—Pues si— se aproximó para tomarla y arrinconarla con fiereza en contra de la muralla.

—¡Pero que…!— intentó zafarse, más el agarre de Angélica era demasiado efectivo.

—Escúchame bien, ya que no lo repetiré de nuevo— siseó por lo bajo— yo nuevamente escucho a Katte sintiéndose mal por tu culpa, te lo juro… y perjuro que romperé esta cara de la cual tanto presumes.

La otra chica se tornó del color de la tiza.

—La cual no es tan bonita como crees— sonrió de lado.

—Estas loca— exclamó la otra chica al borde del llanto.

—Y tú— dijo con dejo de desprecio— eres simplemente patética. Sintiéndote mejor cuando sabes que le tienes envidia a Katte… ¿O me equivoco?

La otra joven solo se mordió los labios.

—Como lo imaginé.

Angélica soltó a su presa del agarre. Esta salió corriendo por su vida.

Trascurrieron un par días. Angélica como siempre esperaba a que Katte la fuese a buscar a su sala.

—¡Ange!— era la voz de Katte.

—Dime— comentó la otra.

—¡Hoy pasó algo increíble!— comentó con sus mejillas rojas— Luisa se disculpó conmigo.

—¿En serio?— dijo con un dejo de sarcasmo.

—¡De veras lo hizo! Dijo que era solo por envidia… y otras cosas que olvidé— posó su mirada miel en los ojos de la otra. —Dime que tú no tuviste nada que ver en esto.

—Cree lo que quieras Katte.

Más antes de que la chica pudiese reclamarle, Angélica dijo como si nada.

—Bueno me alegra que me hiciera caso o sino le hubiese tirado los dientes.

—Ange no tienes que ser así.

—Tengo que serlo… sobre todo si mi mejor amiga se siente mal cuando una estupida como esa la trata mal.

—Repito no tenias… pero gracias de todas maneras— dijo y le sonrió.

—Nada de cosas cursis cerca de mi metro cuadrado por favor— contestó secamente Angélica.

Más Katte sabe de memoria, que ese es un “de nada” oculto entre sarcasmo.

Fin

jueves, 16 de septiembre de 2010

Miedo

Nota preliminar: Hola a todos! he tenido unos cuantos problemas para escribir como desearía. Así que para retomar el ritmo de mi historia larga, decidí hacer esta viñeta ;D.

Miedo:

Podía ir por la vida aplastando cucarachas y otras alimañas. Pero cuando se trataba de ratas a Angélica le tiritaba todo el cuerpo, se paralizaba y salía corriendo, gritando cual poseída.

Por eso cuando en la sala apareció el espanto ese, todo el mundo se volteó a mirar a la chica ruda, palidecer de miedo ante un pequeño ratón.

—Mírenla llena de miedo— se burló un tipo, ella no supo quien. Después se sintió el ruido seco de un golpe.

—No la molestes idiota.

Antonio la estaba defendiendo, y eso la molestó. A pesar de todo lo pasado aún se creía con derecho a defenderla. Y ella tenía demasiado orgullo en el cuerpo como para permitirle el privilegio de defenderla.

—¡No tengo miedo!— gritó, agarrando un cuchillo cartonero, dispuesta a sacarle las tripas con eso.

Más cuando lo tuvo en frente, el animal no salió huyendo. Se paró en dos patas mirándola con sus ojos aceituna. Y ella sin saber porque se reclinó en sus rodillas para mirarlo de cerca.

No era que hubiese superado su fobia de la nada. Era solo que aunque tuviese una careta de malvada todo el tiempo, era incapaz de hacer daño… a cualquiera.

—¡Bu!— exclamó y el ratón salió huyendo.

—No hay necesidad de herir a nadie sin razón— dijo sin darse cuenta, en voz baja. A pesar de ello, Antonio pudo escucharla, y sus ojos azules se clavaron en el piso por un largo rato.

Fin

lunes, 13 de septiembre de 2010

Adicción

Se declaró adicta, cuando se descubrió oculta entre las sombras de la bodega, escribiéndole versos al olvido.