miércoles, 4 de enero de 2012

Locura

Nuestro amor es imposible. 
Razón se encerró en si mismo. En su poderosa lógica, en sus razonamientos innegables. Repitiéndose esa frase como si se fuese a cumplir, tan solo por repetirla como un idiota. 
Él había conocido a Locura por una inexplicable fatalidad.  
Al instante en que se cruzó por su mirada, aquella chica de cabellos desordenando, sonrisa fácil y ojos alegres. No supo como, pero ella le devolvió la mirada, sonrió más ampliamente, dispuesta a platicar, así de la nada. 
Y allí estaban los dos, hablando como si la vida se les fuera en ello. Ella le contó de su mundo loco, absurdo y sin sentido de donde venía. Le señaló con orgullo que no seguía reglas, su libertad absoluta para todo.  
Y para colmo, se rió a mandíbula batiente cuando le tocó hablar a él. Es que hasta el peinado de Razón estaba hecho con cuidado, casi hecho a regla. Ella entonces con su mano se lo desordenó: así se ve mejor, dijo y sonrió. 
Aún así…  
Habían compartido un amor desenfrenado, único y fugaz. Sin saber como, Razón se encontró devorado por el torbellino desenfrenado de Locura.  
A la cual le era tan sencillo decir te amo. No sentía culpabilidad alguna cada vez que lo repetía sin descanso en medio de la oscura habitación en donde se amaban sin pudor. En cambio él quería tocarla con prisa, siempre atento y pensando que era una verdadera tontería lo que estaban haciendo. 
Cuando ella volvía a repetir, esa frase que a él le encantaba oírla, aunque nunca se lo pudiese devolver. Las palabras morían en su garganta, y nunca respondía cuando Locura lo susurraba en su oído. 
A veces le preguntaba porque no tenía miedo.  
Él si lo sentía, acumulándose bajo sus poros. Tenía miedo de necesitarla, de comenzar a amarla. Locura solo sonreía cuando el preguntaba. Para ella decirlo era casi una necesidad, se le escapaba de sus labios inconscientes.  
Solo una vez le respondió a Razón, diciéndole enigmáticamente, no es necesario que exista el recuerdo para que halla dolor. 
Y Razón la había perdido. Él suspiró abatido recordando como la había perdido para siempre. Tan solo decirle que no quería verla nunca más. Y como siempre ella sonrió, se despidió alegremente. Pero nunca más regreso al cuarto. 
Él siempre había sido el problema. Tenía demasiadas palabras y pocos pero enormes sentimientos. Nunca podría retribuirle todo ese desbordante e ilógico amor. Razón era demasiado pragmático. Él no podía cumplir un por siempre, porque no creía en la eternidad. Lo finito era lo real, lo posible… todo se acaba alguna vez. 
Pero la verdad es que… nadie puede vivir sin amor. Incluso un ser como él.  
Él se asomó a mirar hacia la calle. Hace bastante tiempo, para ser exacto desde que había dejado a Locura, que no se atrevía a salir de su hogar. Afuera estaba ella, tan afable, encantadora y distraída como siempre. Para ella no había significado algo… había sido algo fácil de olvidar.  
¿Locura lo habría olvidado de veras? Razón se tocó el rostro, intentando no volver a pensar en ella. Se sabía masoquista sin remedio, porque siempre pensaba en ella. En lo perdido, en cuanto la extrañaba… en como se había enamorado de ella sin poderlo evitar. 
Pero era demasiado tarde. Locura se había marchado con unos amigos. Razón pensó, irónicamente que ella había destruido toda cordura dentro de él. Al final quien se había protegido todo este tiempo, que se juró a si mismo no amarla para no sufrir, había sido quien había perdido la cabeza. 
En ese momento, entonces pudo comprender lo dicho por Locura. No existía dolor en los recuerdos hechos por ambos. No para él comenzaba por las palabras que nunca pudo decirle. Aquellos momentos que ahora no serían nunca.  
Desde que él, con su egoísmo, inseguridad y sobre todo con sus estúpidas razones, transformó ese amor en imposible. 
Razón a pesar de su dolor no había llorado su perdida. Pero ahora que comprendía que lo peor no era perder a Locura, sino sencillamente comprender que no la amó cuando correspondía. Que ahogo a su sentimiento sin dejarlo florecer, firmó una sentencia irrevocable. No la amó cuando debía, ni tampoco podría seguir enamorado para siempre.  
Razón lloró desconsoladamente cuando comprendió que jamás amó a Locura como ella se lo merecía.  
Ni hoy ni nunca.

4 comentarios:

  1. Bastante desolador, está algo enredado, retorcido, pero es bueno.

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  2. Si no puedes decir "te amo", significa que no estás lo suficientemente loco para comprender un sentimiento tan inestable como ese.

    A veces poder decir esas dos palabras como si fueran peces nadando libres en un arrollo es mucho más satisfactorio que guardarlas esperando que la razón las consuma, aunque suene hipócrita decirlas a las personas.

    Lástima que vivimos en un mundo donde los sentimientos están siendo reprimidos tan rápidamente... A mi me gusta sentir, aunque me rompan en el proceso.

    Como siempre, +1 nena, muy bueno.

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  3. Me parece que parte de un modo asombroso y, a medida que avanza, se destiñe. Sólo una impresión que no quiero dejar de hacer, porque en las primeras líneas eres tú, hablando desde dentro, y luego se nota que lees y relees hasta hacer encajar las palabras.

    Siempre te digo que tú eres mucho mejor que yo a la hora de expresar sentimientos, así que cuando quieran nacer, déjalos fluir, no trates de encausarlos, porque pierden la espontaneidad, la potencia y la naturaleza de lo que son.

    Sobre la historia en sí, no creo que Locura haya merecido que la amaran más. Razón la amó en sus términos y sufrió en los de ella, pero no es su culpa no poder dar más amor del que le corresponde a Locura.

    Lo dejé para el final, porque quería dedicarme a leer este relato con toda atención.

    :)

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  4. *-* algo raro me paso con esto, no lo leí, simplemente sentí el relato colarse en mis sensaciones y eso es raro :/

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Si le gustó, me encantaría saberlo ^_^