Gracias a ti, ahora mis letras no están tan grises, destilan miel, canela y dulzor. Las palabras se fundan de romanticismo, sonrisas tontas y mordiscos indecentes. Ahora mis cuentos (quizá no todos) terminan con un final feliz.
Inevitablemente nos volvemos vulnerables al darle poder a esa persona, y somos moldeables según lo vemos, nos habla, nos besa o no. Nuestro ánimo pende de tantos hilos que es difícil saber cómo no pierde el equilibrio.
Que horrible cuando una quiere ser mala y solo salen cosas dulces porque ALGUIEN tiene la culpa que una se transforme en un marshmellow ¬¬
ResponderEliminarComo siempre, +1 nena :3
Inevitablemente nos volvemos vulnerables al darle poder a esa persona, y somos moldeables según lo vemos, nos habla, nos besa o no. Nuestro ánimo pende de tantos hilos que es difícil saber cómo no pierde el equilibrio.
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