“En esta ciudad existen luchadores que buscan la
justicia según su mejor manera. Lo hacen tercamente, esperando encontrar el
camino correcto, sin verdaderas intenciones de dañar a nadie inocente. De ese
mismo modo, una sombra, no cree en absolutamente nadie. Para él, absolutamente
todos son desechables. Es aún más peligroso que todas las bandas juntas de esa
ciudad. porque al menos esas organizaciones intentan sobrevivir, ganar algo de
fortuna o sencillamente mantenerse a flote en medio de tanta miseria. Pero
todos tienen algo en común, ninguno ha pensado en destruir la ciudad hasta sus
cimientos.
A pesar de que exista esa sombra que acecha la
ciudad desde la oscuridad, hay motivos para pensar que está podría salvarse.
Existe un ídolo, amado por todos. No solo es el dueño de la empresa más
importante del país, sino que altruistamente ayuda siempre a los sectores más
pobres, haciendo colosales donaciones de dinero...”
El noticiero siguió dando grandes muestras de
apreciación hacia Christopher P.H. Lo catalogaron como el héroe que salvaría la
ciudad del caos, llenándolo de valoraciones. “Nos muestra que aún queda
esperanza en esta ciudad Mérida” Finalizó el reportero con los ojos
brillantes de esperanza. La chica de ropa oscura chasqueó la lengua, mientras
tomaba una lata de cerveza.
— Este tipo no me agrada para nada, solo quiere
fama, posiblemente busque algún cargo en política— se dijo mirando la
televisión con expresión aburrida.
Se estiró en el sofá, flexionando sus brazos,
observando la hora. Ya era el momento donde las sombras llenaban la ciudad, el
instante idóneo para salir a las calles a buscar sana entretención. Tomó los
cigarros que estaban sobre su cómoda, guardó las llaves y como siempre, eligió
un par de cuchillos. Los cuales eran de mango negro y adornados con pequeñas
líneas plateadas, los guardó en su manga y partió hacia la noche.
Recorrió los mismos callejones de siempre,
prestando atención a cualquier ruido que la sorprendiera. Eran cerca de las dos
de mañana, cuando finalmente algo ocurrió. Escuchó el sonido de unos botes de
basura cayendo. Rápidamente se dirigió hacia aquel lugar, riendo con malicia,
al fin algo entretenido surgía.
Se encontró con unos sujetos, los cuales eran de
contextura bastante fornida, incluso podrían pasar por matones contratados por
alguien, que acorralaban a un tipo vestido con una gabardina café. Lo reconoció
al acto, porque era el único que podía vestir algo con tan mal gusto. ¿Era
realmente tan temerario como para intentar enfrentarse a esos simios? Se quedó
mirando, esperando que haría el detective para defenderse.
Uno de los tipos de apariencia amenazante, lanzó el
primer golpe, directo hacia la cara del detective, este se movió con agilidad,
evitándolo con bastante rapidez y eficacia. Su compañero con movimientos
torpes, algo lentos y carentes precisión, intentó atraparlo o al menos
golpearlo, pero nuevamente la habilidad del sujeto con gabardina se lo impidió.
— ¡Para de arrancar como un cobarde y pelea! — dijo
uno de los sujetos, perdiendo los estribos.
— No es necesario que me manche las manos con
ustedes, tan solo si me acompañan a la comisaría, nos evitaríamos muchos
problemas.— respondió tranquilamente, con las manos en los bolsillos.
Los tipos se miraron, intentando no reírse por esos
comentarios. Mientras, la joven que estaba aún escondida, suspiró pensando que
ese tipo estaba buscando a la muerte con desesperación. Entretanto, el
detective seguía esquivando los golpes, logrando así escapar de la esquina de
donde lo había acorralado. Los matones le siguieron la huella, corriendo detrás
de él.
La chica de vestimenta oscura salió de su escondite
cuando eso ocurrió. Decidida a defender al detective, a pesar de que pensaba
que era un idiota por no pelear con sus propias manos.
— ¡Deténganse! — gritó en medio del callejón. En
ambas manos tenía sus cuchillas, que resplandecían en la oscuridad.
El detective ya había conseguido una distancia
considerable de sus perseguidores. Aún así, se detuvo en cuanto escuchó la
orden. Tenía que ser ella ¿quién más se enfrentaría a dos tipos como esos? Se
dio la media vuelta, dispuesto a detenerla a toda costa. Llegó en el preciso
instante, en que la chica lanzaría el primer golpe con su arma corto punzante.
La tomó por la cintura, guiñando el ojo a los desconocidos.
— Ella se viene conmigo.— dijo corriendo con la
chica a cuesta.
— ¡Oye! ¡Suéltame imbécil! — demandó, usando toda
su fuerza para liberarse. Cuando al fin perdieron de vista a los sujetos, la
bajó de sus brazos, para depositarla en el suelo con cuidado. La chica de ropa
oscura, estaba furiosa a más no poder y lo empujó a la pared más cercana,
acercando peligrosamente uno de sus cuchillos a su garganta.
—Dame una razón válida para no cortarte el cuello
en estos momentos— dijo la chica, sin ningún atisbo de bondad en sus ojos
oscuros.
— Los hubieses matado a ambos... además...— con un
movimiento ágil, el detective logró quitarle el cuchillo e inmovilizarle un
brazo.— puedo hacer esto— sonrió triunfante.
— No eres tan torpe como pensaba— respondió ella.—
además ¿Siempre tienes esa mala costumbre de confiar en la gente que te intenta
atacar?— soltó con sarcasmo.
— Confío en mí, no necesito atacar a nadie para
sentirme seguro.— respondió jugando con el arma de la chica. Ella suspiró
pensando en cómo recuperarla.
— ¿La quieres de vuelta? — preguntó él riendo
entretenido.
— ¿Acaso planeas devolvérmela?
— Claro, solo necesito que me ayudes.
La chica arqueó una ceja, el detective era
realmente extraño y demasiado confiado.
— ¿Me devolverás mi arma de inmediato?
— Obvio... ¿por qué no?— respondió él.
— ¿Cómo sabes que no te atacaré apenas recupere ese
cuchillo?— preguntó cruzando sus brazos— o tal vez me vaya y te deje con tu
problema. No me interesa ayudar a nadie que no sea a mí.
— No sé realmente qué vas a hacer— respondió
seguro— pero hace unas semanas atrás, protegiste a una chica de unos tipos que
intentaron violarla.
— ¿Cómo lo supiste?— dijo intentando cubrir la
sorpresa ante esas palabras.
— Tú sabes que por aquí uno se entera de todo— se
sacó el sombrero, lo limpió y volvió a ponérselo— aparte me interesas así que
averigüé algunas cosas sobre ti. Por ejemplo, lo ágil que eres con tus armas.—
comentó mientras se abotonaba la gabardina— A pesar de que tengas un método
errado, debes saber mucho sobre la ciudad y sus rincones.— sentenció.
La chica siguió mirándolo de pies a cabeza. Era un
sujeto realmente interesante, aunque le costase aceptarlo. También tenía
curiosidad sobre qué clase de problema tendría alguien como él.
— Dímelo, antes que me arrepienta— soltó en un tono
frío y desinteresado.
El detective con un gesto lleno de confianza, le
devolvió el arma antes de comenzar su relato. Ella lo recibió y guardó en su
manga, luego se dispuso a escucharlo.
— Seré directo... hay una amenaza más grande que
los simples maleantes que viven en esta ciudad— la miró a los ojos .—
aún más nociva que tú.
— ¿Ah que te refieres con más “nocivo”?—
preguntó frunciendo el ceño.
— Hablo de masacres masivas— le dijo mirándola a
los ojos, sin atisbo de sonrisa, solo de una seriedad absoluta— no es solo uno,
deben ser varios, considerando la cantidad de asesinatos hechos en un solo
momento.
— ¿Quién es el blanco? ¿Hablas de alguna pelea
entre mafias?— intentó adivinar la joven.
— Ojala fuese tan sencillo como eso. No, estoy
hablando realmente de masacres. El asesino marca un edificio, alguna calle o
sitio público... y al día siguiente aparece hasta el tope con gente muerta. No
son bandidos, ni gente involucrada en el bajo mundo, son personas comunes y
corrientes. Como la niña del otro día ¿la recuerdas?
La chica asintió sin signos de asombro en su
rostro.
— Hay pruebas de violaciones en mujeres, quemaduras
en los hombres y niños torturados. Quién sea que haga esas aberraciones, se
“divierte” con la gente antes de matarla y dejarla tirada a su suerte.— apretó
los puños con fuerza— Como no hay un patrón, es imposible prever cuándo será otro
ataque... ni a quiénes matará.
Ella se quedó en silencio, mientras se mordía los
labios intentando no gritar de impotencia. Una cosa era llegar y matar a
escorias, como ella lo hacía, pero otra muy distinta era sencillamente matar
por matar, a gente que nada malo hizo alguna vez.
— Vaya hijos de puta— comentó observándolo.— cuenta
conmigo, pero te lo advierto, si yo colaboro, será a mí modo. Ni creas que me
convencerás para entregar a la policía a quienes estén haciendo esa aberración,
cuando por lo mínimo hay que darles una paliza que jamás podrán olvidar.
— Ya veremos eso cuando los encontremos— el
detective desvió ese tema, ya resolverían el método con el cual harían
justicia.— pero antes de cualquier cosa... ¿Cúal es tu nombre?
Ella arqueó una ceja.
— ¿No acabas de decir que averiguaste todo sobre
mí?
— Me pareció de mala educación saber tu nombre sin
preguntarlo— dijo metiendo las manos en sus bolsillos.— ella se llevó las manos
a la cara.
— Tu nombre primero.
— ¡Qué desconfianza! Me llamo Carlos.— extendió su
mano derecha.— ella solo la observó, sin intenciones de devolver el gesto.
— Alicia— respondió apartando la mirada.
—¡Como en el país de las maravillas! — comentó
mostrando algo de simpatía.
—Más bien en un país de mierda.— respondió mientras
se daba la vuelta. Él la siguió contándole más detalles de los crímenes.
Así se formó la alianza más estrafalaria que alguna vez existió en esta ciudad. La muchacha que portaba cuchillas dispuesta a matar a quienes abusaban de los indefensos y el detective que se negaba a hacerle daño a cualquiera.
Carlos me cae mal, es tan idiota xD!
ResponderEliminarNena, debo decir que me sorprendes, aunque te regañaré como siempre hago: ¡Revisa tus textos, maldición! Fuera de eso, Marginal es una historia que siempre me tiene esperando más. Quiero saber todo sobre Alicia y, debo decir que la frase "más bien en un país de mierda" me sacó una carcajada.
Muy bueno, nena, +1 como siempre. ¡Sigue así!
No me di cuenta y publiqué el comentario con la cuenta de Juan lol xD!
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