miércoles, 26 de diciembre de 2012

Parte IV - a


Mucho antes que existiera la sombra que amenaza con el fin de la ciudad, existían otras leyes dentro del bajo mundo, las cuales estaban muy claras. Esto ocurría incluso tiempo atrás de que Carlos y Alicia vivieran en la ciudad.

Tres grandes bandas peleaban esporádicamente por terreno, así Mérida se dividió en partes iguales. Las autoridades, tales como el alcalde e incluyendo la policía, también eran conscientes de este acuerdo, tácitamente seguían cuidadosamente las reglas. Para la gente común y corriente existían pocas opciones para vivir tranquilas. Una era obedecer sus órdenes y la otra el exilio... no existían más opciones.

Cuando Carlos llegó al barrio de la mafia roja, la mayoría de sus vecinos le pusieron de sobre aviso de la situación y el lugar al cual había llegado. Él, con su inagotable sentido del humor, les dio las gracias por la consideración, pero que no seguiría las reglas de quiénes eran desconocidos para él. De hecho, se comprometió a ayudar a la gente del barrio a disminuir las peleas y traer un poco de tranquilidad. A pesar de la incredulidad de los pobladores, cumplió su palabra lo mejor que pudo, ayudándolos sin recurrir a la violencia.

La mafia miraba con desconfianza a ese sujeto, pero decidieron no prestarle atención, al fin y al cabo, mientras no los delatase o hiciera algo por detenerlos, no representaba una amenaza considerable. Hasta que un día, un acontecimiento logró que los bandidos le entregaran su confianza.

Sucedió que la hija menor del líder de la mafia, se perdió en medio de la gran ciudad, esté casi perdió la cabeza e intentó todo lo posible por encontrarla. Sus mejores matones fueron mandados a rastrearla por todo el perímetro. Estos, en un intento por calmar a su jefe, entraron a todas las casas del barrio, causando estragos en la población. Amenazaron a quién se les ponía por delante, seguros de que alguien la había escondido en su hogar.

Carlos vio el tamaño desastre. La gente huía desesperada intentando reclamar su inocencia. Él, tranquilamente dirigió sus pasos hasta el líder, usó todos los recursos a su mano para tener una cita directa con él.  

— ¡¿Quién eres y como entraste?!— vociferó el Jefe.

— Soy un simple ciudadano— explicó — que puede encontrar a tu hija...

— ¡Acaso tú la tienes!

— No la tengo—  respondió con sinceridad—  pero puedo traerla en menos de cinco horas. Eso sí, primero saca a la gente de las calles y deja al resto en paz. Ella no está secuestrada por nadie del barrio, eso te lo puedo asegurar.

— ¡¿Qué pasa sino te creo?! ¡Qué sucede sí solo estás mintiéndome!

— Puedes matarme, no tengo problema en ello. Incluso, para tu mayor seguridad, manda a tu mejor hombre para acompañarme en la búsqueda. —  aseveró con confianza—  así sabrás que moriré sino cumplo mi palabra.

El gánster se cruzó de brazos, sin saber qué hacer si hacerle caso o no. Sacar a sus hombres de las calles solo confiando en la palabra de ese desconocido. Como punto a favor, él había logrado entrar a su oficina, cosa que no era simple. Aparte, era un plazo bastante corto de tiempo, y si llegaba a fallar, mandaría a los tipos a rastrear hasta el último pedazo de esa mugrienta ciudad si era necesario.

— Está bien— dijo bajando las manos—  pero recuerda, cinco horas, nada más.

El detective asintió, sonriendo con confianza.

— Tengo que hacerte unas preguntas primero.— comenzó Carlos— ¿qué edad tiene tu hija?

— ¿Es necesario perder el tiempo en estas preguntas?

— Mucho— dijo algo molesto— mientras más te tardes, más tiempo estará ella perdida... entonces ¿edad?

— Acaba de cumplir ocho años de edad.

— ¿Quién la cuida?

— Solo yo y los muchachos... ha sido algo complicado en el último período... sin su madre.

Carlos guardó silencio por unos instantes. Parecía estar meditando cuidadosamente las palabras dichas por el jefe.

— Debe ser muy lista ¿no?

— ¿Por qué dices eso?

— Calculando, en este edificio de cinco pisos debes tener alrededor de 300 hombres trabajando para ti en este lugar. Considerando, además, que no es un lugar pequeño, carece de ascensor y suficientes cámaras de seguridad como para que no pudiese volar ni una pequeña mosca sin que te enteres. Tienes a una chica que ha sido capaz de burlarlos y efectivamente salir sin dejar pista, eso te dice que tiene que ser inteligente.—  respondió— es eso o tu gente es muy torpe— finalizó.

El jefe de la mafia se asombró por sus palabras. Efectivamente era la cantidad precisa de gente trabajando para él en ese local,

— Esta chica no se fue de inmediato, se escondió en algún lugar, un punto ciego para las cámaras del lugar, sabiendo que si eso ocurría, tú ocuparías a tus matones para ir tras su pista, descuidando la vigilancia del edificio. Esa fue su única carta de juego, así cuando notó que la mayoría de los hombres salían en su búsqueda, salió de su escondite, para dirigirse a algún lugar. No haría todo esto sino tuviese algún objetivo claro.— se balanceó un poco inquieto— ¿qué has hecho estos últimos días?

— Eres demasiado joven para meterte en asuntos de la mafia.— contestó molesto.

—Entiendo... ¿en serio quieres encontrar a tu hija? pareces más interesado en ocultar tus asuntos, que por cierto no me interesan. Solo quiero, como ya mencioné, que dejes en paz a la gente de mi barrio.

El mafioso suspiró indignado. Estaba hartándose de que ese sujeto hablara como si lo supiera todo... aunque había acertado en todo lo dicho anteriormente. Se percató de que el muchacho jamás mencionó asuntos de la mafia. Probablemente le preguntaba por lo último que hizo con su hija.

—No lo recuerdo— reconoció— no puedo evocar lo último que le dije a mi hija. Solo sé que era algo relacionado con que tenía demasiadas cosas que hacer como para ir con ella... pero del lugar, no puedo acordarme. Jamás tomé atención porque estaba demasiado ocupado con mis asuntos.

El joven se llevó las manos a la cara, sujetando su mentón.

— Está bien— contestó— no necesito más. Haz lo que te pedí y la traeré de vuelta.  

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— Carlos ¿en qué piensas?— preguntó— hemos estado caminando por horas, y no has dicho ni una palabra... ¿se puede saber a dónde mierda vamos?

— Perdón, estaba recordando viejos tiempos— sonrió mirándola— nos estamos dirigiendo hacia los cuarteles de la mafia roja.

Alicia se detuvo de sopetón frente a esa respuesta.

—¡Estás demente! eres un detective. Te llenarán de plomo apenas pongas un pie en ese lugar.

—Para eso te tengo a ti ¿o no?— bromeó, pero la cara de la chica no estaba como para bromas— no te preocupes, a mí nunca me pasa nada.

—Sí claro— respondió sarcásticamente la joven— a ti nunca te están a punto de matar ni nada de eso.

Carlos sencillamente la ignoró. Alicia tan solo se hacía la idea de cómo combatiría al casi ejército que era en la actualidad la mafia roja. ¿Quién la mandaba en confiar en él? Al menos era una oportunidad de matar a más gente que se lo merecía. Sonrió ligeramente ante ese pensamiento.

— Ni se te ocurra sacar tus cuchillas — comentó Carlos luego de notar la mueca de la chica.

—Lo haré si es necesario.

—Está bien. Solo si es necesario.— finalizó el detective.

Finalmente llegaron al edificio, pintado de rojo sangre. Tenía al parecer una única entrada, una gran puerta de madera pintada en color blanco, algo descascarada por el tiempo. Estaba sospechosamente sin gente por los alrededores. Alicia de inmediato tomó un estado de alerta, la calma siempre era un mal presagio en estos lugares. Carlos, en cambio, totalmente distraído llegó y abrió la puerta principal, la cual estaba abierta.  

“Es un idiota, es claramente una trampa” pensó ella mientras le seguía los pasos “una cosa es segura, será necesario que mate a alguien esta vez”.

Alicia entró en el momento en el cual Carlos se quedaba parado en medio del vestíbulo del edificio, Se quedó quieto con las manos en los bolsillos, mientras de la nada, aparecían los matones de la mafia. Uno por uno lo fueron rodeando mientras vociferaban cosas como:

     ¡Hey tú! ¡Qué quieres idiota!— gritó él más fornido de todos.

— Nada en particular, solo llévame con el inútil de tu jefe— respondió con una sonrisa como siempre lo hacía.

Fin de la parte A

2 comentarios:

  1. Es que Carlos es weón xDDDD!!!

    No, en serio Mab, cada vez me cae peor ._. Alicia tendría que matarlo, o dejarlo inválido o algo. Me cae maaaaaaaaaaaal -w-

    Como siempre, fabuloso. Excepto por Carlos, que me cae mal.

    +1, nena! :D

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