Tú me cuentas, Orión, de cómo tu
planeta comenzó de alguna manera a acercarse al mío.
Fíjate que yo también lo
recuerdo.
Nuestras orbitas por alguna
extraña razón quedaron cercanas, tanto que parecíamos girar en sentidos
comunes. Me asomé por la orilla, donde se vislumbraba un enorme abismo, la
distancia entre tú y yo.
Recuerdo con lujo de detalle,
como te asomaste para hacerme señas, parecías tan feliz de encontrarnos, aunque
fuera tan alejados.
Yo, por el contrario, siempre
estuve contenta de no tener a nadie a mí alrededor. Me asustaba tu cercanía,
así que nunca quise responder a tus señas. Siempre me sonreías, aunque yo
rechazaba todos tus movimientos y gestos.
De la nada apareció el puente…
Y tú viniste a saludarme a pesar
de todas mis caras malas, mis gestos de aléjate.
Aaaaaaawwwwwwwwwwwwwww!!
ResponderEliminar¡Te odio mala mujer, te odio, te odio!
Lo que cuenta ella se me hace EXTREMADAMENTE familiar y me cuesta admitirlo, hace que me duela el orgullo. ¿Será que a todas las que "somos" como Andrómeda nos sucede igual? ¡Necesito la respuesta!
Como siempre, +1 nena, te amoadoro por ser tan pro.
Besotes de miel~