No eras de esas que promete el mundo, ni mucho menos de quienes no gritan. Tampoco sabes combinar colores y te quejas de la lluvia en otoño. No eras predecible, eras libre y sin ganas de observarte, porque te devorabas el mundo con los ojos.
No eras de maquillarte, tampoco de arreglarte, te reías sin disimulo de quienes lo hacían. Pero a pesar de eso ponías mi mundo de colores.
Eras, sin embargo, tantas cosas para mí.
Cuesta tanto encontrar personas que lleguen y trastoquen todo cuando menos lo esperamos.
ResponderEliminarNo todos los que queremos nos hacen sentir pulsaciones como esas. Una persona en un millón tiene el poder para derrumbar nuestros muros y HACERNOS SENTIR.
No cualquiera puede colorear mundos que están tan acostumbrados a ser en blanco y negro.