jueves, 28 de julio de 2011

Imposible



¿Y si te dijera que mi amor es imposible? Imposible así eres tú ante mis locos anhelos de tenerte cerca, de sentirte en mi piel. Pero tú siempre has mirado el horizonte, hacia el agua salada esperando aunque ambos sabemos lo imposible de su regreso. Nunca has volteado para verme a mí, esperando en vano para que te percates de cuanto te he esperado.

Me he cansado de todo esto. Agarro mis sentimientos de frustración y me marcho sin decírtelo. Es probable que jamás notes mi ausencia.

Mamá yo no puedo esperar a que despegues la mirada del pasado. Lo siento pero ya sé que es imposible que lo hagas. Por eso me retiro sin decir adiós.

miércoles, 27 de julio de 2011

Proscrita

Nota preliminar: Cuento muy raro salido de una frase mientras caminaba de vuelta a casa. ¿Y si después de todo, no hubiese absolutamente nada? Espero les guste este... no sé xD. Cuento raro xD




La joven abrió los ojos, algo confundida por la bruma que se colaba por su costado derecho. Intentó levantarse pero una dura tapa se lo impidió.

Entonces algo en su interior hizo clic. Un vago recuerdo se coló en su mente, sin hacer alarde alguno.

—Morí— se dijo sentada en el ataúd.

Con algo de lentitud, pudo levantar la pesada tapa. Salió de la cripta familiar, aunque ella fuese la única quien reposaba en ese lugar.

La luz de la luna iluminaba débilmente aquel lugar. En el cementerio algunas almas lo recorrían, como si estuviesen demasiado aburridas para hacer otra cosa. Otras en cambio se sentaban frente a sus lapidas, abrazadas a sus rodillas lamentándose a viva voz.

—Esto…— quiso seguir hablando pero un montón de telarañas se lo impidió. Las quitó de un manotazo, intentando recordar.

—¡Vaya una nueva!

La chica se giró, la voz que dijo eso estaba detrás de ella. Era solamente un anciano algo arrugado, de traje elegante y zapatos desgastados.

—¿Hola?— devolvió algo confusa.

El viejo le sonrió.

—¿Y como te llamas?

Ella intentó recordarlo. En algún lugar esa importante información debía estar almacenada. Pero nada, en su mente no había existía ese registro. Mantuvo el silencio, algo asustada por no poder recordar nada de nada.

—Ya veo— suspiró el viejo— pobre tuviste una muerte trágica.

Sin entender, ella cruzó los brazos como pidiendo una explicación.

—No solo a los vivos les duelen los recuerdos— explicó.

—¿Esos recuerdos… podré…?

Él le dedicó una mirada triste.

—Es algo complicado.

Volvieron a mantenerse en silencio. Ella se cubrió la boca con las manos. ¿Es malo extrañar la vida que no recuerdas? Pensó la joven.

—Por si te lo preguntas yo morí en el sueño— comentó el viejo de la nada— y me quedaré aquí por lo menos algunos años más.

Ella lo observó interesada.

—¿Te irás? ¿Podemos irnos?

—Claro que puedes. Algunos se van, dispuestos a buscar ese cielo que les prometieron. Otros en cambio vagan asustando a quienes pueden. Intentando inútilmente sentir la vida otra vez. Y otros… bueno se devuelven al féretro y duermen…

¿Dormir? ¿Acaso lo decía en serio? Tenía el signo de pregunta impreso en la cara, porque el viejo asintió en silencio.

—Entonces… ¿qué pasa después? ¿Acaso despiertan…?

—Soy tan ignorante como tú. Algunos no conciben en que no sea como siempre les relataron. No soportan la idea de que el final sea este. Que no haya nada al final.

—Nada… no hay nada.— repitió como entendiéndolo. —¿Por qué sigues aquí?

—Es mas difícil decidir que hacer cuando recuerdas. Mi nieta viene a verme cuando puede— sonrió— a veces me dan ganas de hablarle, pero me contengo. No sería justo darle ese susto en un lugar como este.

Cuando ella deje de venir entonces… iré a “dormir”. Quizá con la vaga esperanza de encontrar algo. Aunque eso sea lo menos probable.

—¿Los que se van regresan?

—Muy pocos. Los que regresan no dicen nada, solo se encierran en sus tumbas para no salir de nuevo.

—Entiendo.

Se despidió del anciano con algo de gratitud. La decisión estaba clara en sus ojos que ya no tenían color.

No regresaría. Eso lo tenía más que claro.

Quizá dentro de su inconsciente, un vago sentimiento de frustración debería florecer. Pero ella no recordaba nada, ni del cielo… ni de cómo se llamaba.

Tocó la reja del mausoleo. De color negro casi como si la hubiesen pintado hace poco. Observó la parte de afuera hasta encontrar una placa de mármol, donde escribieron: Para mí amada hija. Y nada más, ni flores u otro signo de visita alguna.

La chica suspiró. Todo era inútil. El querer aferrarse a la vida estando muerta, intentar recordar e incluso vagar por el cementerio para siempre. Entonces entró a su féretro, se acomodó en posición fetal intentando dormir… tal como dijo el viejo.

“Intentando encontrar una esperanza aunque parezca imposible”

Fin

lunes, 25 de julio de 2011

Inicio


El resto del grupo escuchó con desconfianza la propuesta de Anabela.

—¡No podemos enviar a esta!— señalando a Esmeralda con desdén

—¡Claro que si!

—Anabela. ¿Acaso has preguntado al concilio?

—¡Qué concilio ni que nada!, Es el momento de actuar, de movernos. Si siguiéramos sus recomendaciones, estaríamos esperando a la “Elegida” toda la vida. Y yo no pienso quedarme con los brazos cruzados.

Toda su gente se quedó en silencio. Pero aún así un general joven se hizo escuchar.

—Nadie te seguirá si no obtienes el permiso de éste.

Algo enojada por sus palabras Anabela tan solo decidió callar. Tomó a Esmeralda del brazo para encaminarse al bosque.

—Está bien

Esmeralda tan solo se dejó arrastrar. Estaba aún más asustada que antes.

—¿Iremos al concilio?

—Sí… ¿Ya te arrepientes?

—¡No!... eso no es lo que sucede.

La maga se mordió el labio nerviosa. ¿La reconocerían? ¿Anabela sería tolerante al saber quien era ella? Suspiro agobiada.

La guerrera decidió no preguntar. Llegaron a un círculo hecho de piedras llenas de palabras. Al medio de estas, el concilio de magia se encontraba reunido.

—Por más veces que vengas nuestra decisión no cambiará Anabela— dijo el más anciano a modo de saludo, vestía una túnica de color gris y su rostro estaba cubierto por una espesa barba. — debes esperar a la elegida.

La joven guerrera tan solo gruñó por lo bajo.

—No he venido a esto— señaló a la joven que la acompañaba— tengo una idea que ofrecerles y esta chica puede ayudar.

El anciano miró fijamente a los ojos de Esmeralda. Está agachó la mirada avergonzada.

—Sucede algo— comentó Anabela.

—¿Acaso no lo sabes?— soltó otro anciano— esos ojos lilas… es la marca de la descendencia de Zaroc.

Zaroc, uno de los últimos magos libres de la Tierra. Fue él, gracias a la Alquimia, quien le otorgó sus poderes a Victor. Según cuentan los bardos, también fue el creador del sistema de “Liberación de Poderes”. Este es en base a que solo aquellos que fueran aceptados por Victor, podrían acceder a tener poderes. Estos serían activados por el Concilio de Magos.

Zaroc creó esto, confiando en las buenas intenciones de este. Pero en cuanto falleció, Victor comenzó a forjarse como el tirano que todos conocemos.

Algunos magos del Concilio escaparon. Otros, demasiado débiles y cobardes como para huir, se quedaron a su lado.

Los magos que sobrevivieron al gran escape, formaron la Rebelión para detener a Victor a cualquier costo.

Anabela tan solo apretó su espada con una fuerza inusitada.

—Tú—susurró—… ¡Como te atreviste siquiera a pensar que entrarías aquí!

Esmeralda tan solo lloró.

—¡Soy una tonta!...

—¡Basta!—gritó en medio de sus sollozos— ¡Tú eres la que no entiende nada!—tomo algo de aire para seguir hablando.— mi tatarabuelo nunca quiso que esto. Él quería… confiaba, no es su culpa que Víctor se aprovechase de su ingenuidad.

Anabela detuvo su ira de la nada. El Concilio la observaba con suma cautela. No podía mostrarse impulsiva delante de ellos. Tenía que ser cuidadosa si quería tenerlos de su lado.

—Como sea ya no me sirves— gruñó enfadada— si eres la descendiente de Zaroc, no puedo enviarte al castillo como espía. Eso sería una tontería imperdonable.

—Hay una manera— siguió hablando el vocero— Esmeralda ¿alguien sabe quien eres?

La joven se sobresaltó.

—Muy pocos.

—Anabela nos ha relatado que un grupo del Imperio te buscaba…. ¿ellos vieron tu cara?

La maga negó con la cabeza.

—De acuerdo. Entonces el Concilio te otorga el permiso para ir de espía— dijo con tono solemne— si logras cumplir tu misión, te entregaremos tus poderes y lucharás junto a nosotros… pero antes.

El anciano se descubrió el brazo derecho. Tatuado en su hombro, una rosa de color granate y sobre esta una R gigante. De esta salían miles de espinas y enredaderas que envolvían el brazo del anciano. Comenzaron a iluminarse. El anciano reprimió un grito de dolor, las espinas realmente se le enterraban en carne viva, cada vez que realizaba magia.

Comenzó a recitar unas palabras que nadie alcanzó a entender. Una luz envolvió a Esmeralda. Cerró los ojos por instinto… y cuando los abrió.

—¡Increíble!— Anabela se aproximó para mirarla de cerca— tienes los ojos negros.

—Ya puedes llevarla a cumplir su misión.

La guerrera tan solo asintió. Realizando un gesto invitó a que la maga siguiera sus pasos. Esta tan solo miró al Concilio por última vez y se largó sin hacer ruido.

domingo, 17 de julio de 2011

Huida

l


Anthe surcaba los cielos con el gesto lleno de culpa. Su abuela había muerto hace unos pocos días en manos de la Rebelión. Por esto buscó la seguridad en una de las aldeas con mayor influencia del Imperio.

Ni siquiera eso resultó, apenas puso un pie en el lugar, algo en el ambiente la alertó. Un joven se le quedó mirando fijamente. Ella nerviosa, intentó dar la media vuelta y escapar. Mas el joven sin ningún gesto, observándola a sus ojos cafés la dejó inmóvil del terror. Él se acercó, mientras la gente a su alrededor se alejaba sin ayudarla.

—No puedo creer que estés aquí— murmuró acariciando el cabello negro de Anthe.

Ella tenía un grito atravesado en la garganta. Quería escapar pero tenía miedo.

El joven la arrastró por la cintura.

Por la mente de la joven solo se mezclaban las imágenes de lo ocurrido a una velocidad inaguantable. Podía ver a su abuela morir por ella, verla cocinándole sus platos favoritos entre otras visiones de su infancia. Para ser rematada por la ultima vez que la vio.

No dejaría que el sacrificio de ella fuera en vano.

—No…— susurró a media voz— no voy a… ¡Morir ahora!

Con una fuerza sobrenatural, extendió sus largas alas negras. Arrojando al joven lejos sobre una pila de manera. Anthe se llevó la mano a la boca, queriendo atrapar su grito de angustia. El chico no se movió. Y ella tan solo atinó a volar lejos de allí.

jueves, 14 de julio de 2011

Frustración

Esmeralda se miró al espejo y suspiró cansinamente. Estaba aburrida de absolutamente todo lo que la rodeaba. De la guerra, del hambre y la desesperación.

Salió a caminar con paso que creyó seguro. Su largo pelo ensortijado de color negro, le permitía ocultar sus grandes ojos violetas. Vestía una túnica oscura de color granate, dirigiéndose a la cabaña de Anabela.

—¿Puedo pasar?— preguntó en voz baja. La puerta se abrió sin mucho ruido.

—¿qué quieres? —soltó molesta la guerrera.

La maga sentía envidia de ella. De su cuerpo formado, de sus manos fuertes y su voz imperiosa. Parecía hecha para pelear. Se preguntó si alguna vez había experimentado el miedo, la tristeza y angustia como ella.

Anabela no parecía tener corazón para ello.

—Pasaba a darte las… gracias. De no ser por ti…

—No fue por ti— gruño— si te reclutaba el Imperio, serías otro molesto mago a quien matar. No nos debes nada, puedes marcharte mientras mas pronto mejor.

—¡Por favor no! ¡Haré lo que quieras!— sus piernas temblaron de solo pensar en irse, afuera al mundo que la detestaba.

—Niñita eres débil— la tomó del brazo derecho— no serías capaz de manejar una espada ni aunque tu vida dependiese de ello.

Las lágrimas surcaron por el rostro de Esmeralda. Débil, eso era lo que siempre sería. Era demasiado cobarde como para luchar al lado del Imperio… o de la Rebelión. Tan solo era una inútil, desechable que nadie se atrevía a matar por lo mismo.

Anabela dio por finalizada la discusión. La soltó dejándola en el suelo de su hogar.

—Haré lo que sea—dijo la maga humillada.

Estaba decidida. Si vida no valía nada. Ponerse del lado de la Rebelión, ayudarlos para que otras personas tuviesen otra oportunidad… haría que su muerte no fuese tan inútil.

La guerrera se quedó en silencio. Movió su cabellera castaña, y luego se le iluminó el rostro.

—¿Estás dispuesta a cumplir tu palabra? No confió en gente como tú. Creo que estás conciente de ello.

Donde fuese Esmeralda sería detestada. Cuando los magos se unían a cualquiera de los dos bandos, estos le entregaban las armas para poder luchar, liberando su poder mágico. Un mago sin poderes era igual a un cobarde, un exiliado de ambos grupos. Si tenía suerte podía vagar por siempre, o si era atrapado por el Imperio, tenía dos opciones: luchar a su lado o morir.

Entonces asintió firmado así una sentencia mucho peor que la muerte.

Anabela sonrió de forma maquiavélica.

—Sígueme.

martes, 12 de julio de 2011

Guardianes e Invocadores: La Leyenda


Hace muchos años atrás cuando el Tiempo recién se inventaba, la Fuerza Creadora vio con algo de preocupación, lo frágil y delicada que era la vida recién creada. Entonces mandó a los Guardianes, seres de grandes alas y según las leyendas inmortales que surcaban los cielos, a proteger la Tierra.

Con el surcar de los años, gracias al contacto con las personas, entre humanos y Dragones nació un vínculo especial y único. Surgieron personas capaces de llamarlos con solo el solo pensar. A estas personas se les llamo Invocadores.

Los Invocadores solo tenían el poder de llamar a un solo Dragón. Y antes de hacerlo, además debían realizar una prueba muy dura.

Entre estos potenciales seres, nació uno con un potencial asombroso. Podía llamar con sus pensamientos al Dragón más arcaico y poderoso. Mas en cuanto Fares posó su mirada miel en los ojos grises del muchacho, rehusó ser su acompañante.

Lleno de resentimiento en su corazón y mente, Victor planeó su venganza en contra de los Guardianes. Cultivo las dudas en quien quisiera escucharlo. La raza elfica sabiamente no quiso hacerlo. Sin embargo humanos y magos, fueron cautivados por sus palabras, quien disfrazó su vendetta con aires de libertad.

La última batalla tuvo lugar en el centro del planeta. No tuvieron merced con nadie. Los Dragones solo se defendieron, embargados de tristeza y desazón inconmensurable. Pero Victor no contento con ello, se aproximo a Fares y con su propia espada, le destrozó el ojo derecho.

Los Guardianes se llevaron a su líder, mas allá de los mares desconocidos… y jamás se les volvió a ver.

Muy pronto se descubrió el engaño de Victor. Este se aprovechó de la sangre de Fares, más los conocimientos que adquirió con los magos, preparó un elixir que le dotó de poderes inimaginables. Así pudo autonombrarse Emperador, dejándonos a merced de sus caprichos… sin esperanza alguna de acabar con él.”

miércoles, 6 de julio de 2011

Entre Caníbales

“Tomate el tiempo en desmenuzarme”

Inocencia:

Tiene los ojos grandes y de color miel intenso. Sonríe casi todo el tiempo, y por lo general anda corriendo de un lado para otro. A veces me pregunto cómo tiene tanta energía.

¿Por qué lo observo tanto? Es raro, ¿saben?, pero ni yo sé las razones. Sólo sé que me encantaría encapsular esa inocencia pura de sus ojos, robarla y transformarlo en un ser idéntico a mí. Mas cuando estoy a punto de tomar la iniciativa, de tejer mi trampa a su paso, algo me detiene. Y aún no sé el por qué. Suspiro y me alejo sin hacerle nada.

Lujuria:

¿Ella? La verdad es que muy… a ver, ¿cómo te explico? Tiene los ojos oscuros, cuando hace mucho calor son de color granate y en invierno se transforman en oscuros. Es callada, no hace mucho ruido. Pero cada vez que se sienta, sonríe de lado como si estuviese planeando algo terrible.

La gente ha contado tantas cosas que no sé si creerles. No sé si ella es la culpable de todos esos chismes. ¿Si le molesta? Claro que no, parece disfrutar que se murmure tantas cosas horribles a su paso.

Pero cuando la observo de lejos, algo en mi interior se mueve. Algo muy parecido a un sentimiento masoquista de querer ser atrapado entre sus blancas manos. O de que sus ojos negros me mirasen sólo a mí.

Cuando intento hablarle, ella me observa ¡Con que mirada!... entonces me alejo por donde vine.

A veces me parece que lo sabe. Y disfruta ignorándome a sabiendas de cuanto quiero acercarme.


Nota: Nuevo proyecto!

martes, 5 de julio de 2011

Vivir



Yo no podría pisar otras tierras que no fueran Valparaíso. Amo la forma desordenada de sus casas, como se mantienen de pie desafiando la gravedad. Los árboles en medio de las calles, la irregular forma en como se asienta en medio del mar ostentoso.
Por eso me gusta vivir aquí, en medio del aroma de agua salada.