No importa cuanto tiempo pase por mis ojos vacíos. Aun me duele el recordar ese último crepúsculo a tu lado.
Esta lloviendo lenta y delicadamente sobre el paraguas, que parece un enorme murciélago abriendo sus alas al cielo gris.
La ciudad es gris, ya no existen los matices para mí, desde el día que tu sonrisa se borro para siempre de tu rostro.
La nada, la monotonía y el gris eterno que recubre mi mirada, como una vieja telaraña que no estoy dispuesto a sacar.
Estoy cansado, molesto y demacrado. La tristeza es tan grande que no puedo tenerla más en el pecho.
Miro por el puente hacia abajo. Mis pasos me han conducido a este lugar con un propósito difuso… que cada vez se aclara más y más.
Paso mis dedos por la baranda, de color blanco, carcomida por el paso del tiempo y la lluvia. Abajo no hay río alguno, solo un montón de piedras filudas que parecen invitarme a saltar.
—Katte— susurré a la ligera lluvia, como las miles de lagrimas que nunca pude derramar— esto es tan difícil.
Si, seguir respirando es todo un reto para mí. La única razón que me tiene encadenado a la tierra fueron esas palabras que me dijiste en ese momento.
“-Bobo, no me importa si me olvidas— la molestia cruzo por tu rostro, quisiste interrumpirme pero nuevamente te interrumpí— tan solo prométeme que serás fuerte, y estarás feliz aunque no sea conmigo.”
No respondí a esa pregunta, pero la determinación en tus ojos claros no me dejo alternativa alguna. He cumplido mi promesa al pie de la letra, pero bajo esta lluvia me parece un absurdo.
No quiero quedarme aquí si significa renunciar a ti. No puedo evitar que el tiempo borre esta herida con sutileza.
Hay cosas de ti que ya no puedo recordar. Ya no recuerdo cuantas arrugas tenía tu frente cuando te enfadabas. Ya no recuerdo el sonido de tus dedos en la mesa. Ya no recuerdos como cerrabas los ojos cuando el sol te molestaba.
Entonces empieza a detenerse el agua, mis anhelos de seguir viviendo se van con ella.
Tomo aliento y comienzo a trepar por la orilla de la baranda. Esta resbalosa pero ya no importa… solo quiero que el dolor se vaya.
—Quiero verte de nuevo— le murmuro al viento.
Un pie sobre el barandal del puente, abajo las piedras lucían de pronto más filosas. La imagen de mi cuerpo destrozado se coló por mi mente.
Trague aire, no sería tan fácil como lo hubiese imaginado…
Casi a duras penas subí el otro pie sobre la baranda.
Ya quedaba poco, dentro de unos pocos minutos todo mi dolor se terminaría.
La lluvia termino de improviso, un débil rayo de luz se filtro por mi espalda… y yo sin darme cuenta me di vuelta.
Casi me quede sin aire al ver quien era.
Era ella.
Casi como si todo su cuerpo fuera parte del cielo, su figura se acercaba al puente y me dedico su hermosa mirada clara, a pesar de estar algo borrosa pude distinguir su cabello negro, sus arrugas.
Si estaba bajo los efectos de la locura no me importaba.
Baje de un salto, acercándome con delicadeza. Parecía hecha de ilusión y espuma, tan delicada que incluso el simple rocé de mis dedos podía espantarla.
Tantas cosas sin poder explicar pasaban por mi mente. Pero decidí desecharlas en ese momento, tan solo quería aprovechar el momento, a sabiendas que no podría volver a verla de esa manera.
Estaba tan desorientado… ¿Qué le diría? ¿Por qué estaba aquí?... porque estaba... ¿no era una simple ilusión?
—Alexander… ¿Qué pensabas hacer?
Casi como un eco sonó su voz, más que nada dentro de mi cabeza porque sus labios seguían sellados. Su semblante cambio a ese que yo conocía tan bien, era el rostro de cuando se enfadaba conmigo.
—Soy débil— terminé diciéndole— yo… ¡no puedo vivir sin ti!
Katte se puso a llorar de manera delicada. ¡Demonios! Como deseaba poder abrazarla en ese instante.
—No lo hagas— con voz queda, casi rogándome— no conviertas mi cielo en un infierno.
¿Cómo? ¿Acaso con mi decisión podía hacerle daño?
—Lo… siento— susurré a media voz— yo no soportaría la idea de dañarte.
Entonces ella se deslizó por el viento, rozándome la mejilla con la punta de sus dedos.
—Cuídate— diciendo esta sencilla palabra se desvaneció sin dejar rastro.
La lluvia se había detenido, el paraguas voló lejos de mí alcance.
Y yo, por primera vez en mucho tiempo… sentí esperanza.
Fin
Esta lloviendo lenta y delicadamente sobre el paraguas, que parece un enorme murciélago abriendo sus alas al cielo gris.
La ciudad es gris, ya no existen los matices para mí, desde el día que tu sonrisa se borro para siempre de tu rostro.
La nada, la monotonía y el gris eterno que recubre mi mirada, como una vieja telaraña que no estoy dispuesto a sacar.
Estoy cansado, molesto y demacrado. La tristeza es tan grande que no puedo tenerla más en el pecho.
Miro por el puente hacia abajo. Mis pasos me han conducido a este lugar con un propósito difuso… que cada vez se aclara más y más.
Paso mis dedos por la baranda, de color blanco, carcomida por el paso del tiempo y la lluvia. Abajo no hay río alguno, solo un montón de piedras filudas que parecen invitarme a saltar.
—Katte— susurré a la ligera lluvia, como las miles de lagrimas que nunca pude derramar— esto es tan difícil.
Si, seguir respirando es todo un reto para mí. La única razón que me tiene encadenado a la tierra fueron esas palabras que me dijiste en ese momento.
“-Bobo, no me importa si me olvidas— la molestia cruzo por tu rostro, quisiste interrumpirme pero nuevamente te interrumpí— tan solo prométeme que serás fuerte, y estarás feliz aunque no sea conmigo.”
No respondí a esa pregunta, pero la determinación en tus ojos claros no me dejo alternativa alguna. He cumplido mi promesa al pie de la letra, pero bajo esta lluvia me parece un absurdo.
No quiero quedarme aquí si significa renunciar a ti. No puedo evitar que el tiempo borre esta herida con sutileza.
Hay cosas de ti que ya no puedo recordar. Ya no recuerdo cuantas arrugas tenía tu frente cuando te enfadabas. Ya no recuerdo el sonido de tus dedos en la mesa. Ya no recuerdos como cerrabas los ojos cuando el sol te molestaba.
Entonces empieza a detenerse el agua, mis anhelos de seguir viviendo se van con ella.
Tomo aliento y comienzo a trepar por la orilla de la baranda. Esta resbalosa pero ya no importa… solo quiero que el dolor se vaya.
—Quiero verte de nuevo— le murmuro al viento.
Un pie sobre el barandal del puente, abajo las piedras lucían de pronto más filosas. La imagen de mi cuerpo destrozado se coló por mi mente.
Trague aire, no sería tan fácil como lo hubiese imaginado…
Casi a duras penas subí el otro pie sobre la baranda.
Ya quedaba poco, dentro de unos pocos minutos todo mi dolor se terminaría.
La lluvia termino de improviso, un débil rayo de luz se filtro por mi espalda… y yo sin darme cuenta me di vuelta.
Casi me quede sin aire al ver quien era.
Era ella.
Casi como si todo su cuerpo fuera parte del cielo, su figura se acercaba al puente y me dedico su hermosa mirada clara, a pesar de estar algo borrosa pude distinguir su cabello negro, sus arrugas.
Si estaba bajo los efectos de la locura no me importaba.
Baje de un salto, acercándome con delicadeza. Parecía hecha de ilusión y espuma, tan delicada que incluso el simple rocé de mis dedos podía espantarla.
Tantas cosas sin poder explicar pasaban por mi mente. Pero decidí desecharlas en ese momento, tan solo quería aprovechar el momento, a sabiendas que no podría volver a verla de esa manera.
Estaba tan desorientado… ¿Qué le diría? ¿Por qué estaba aquí?... porque estaba... ¿no era una simple ilusión?
—Alexander… ¿Qué pensabas hacer?
Casi como un eco sonó su voz, más que nada dentro de mi cabeza porque sus labios seguían sellados. Su semblante cambio a ese que yo conocía tan bien, era el rostro de cuando se enfadaba conmigo.
—Soy débil— terminé diciéndole— yo… ¡no puedo vivir sin ti!
Katte se puso a llorar de manera delicada. ¡Demonios! Como deseaba poder abrazarla en ese instante.
—No lo hagas— con voz queda, casi rogándome— no conviertas mi cielo en un infierno.
¿Cómo? ¿Acaso con mi decisión podía hacerle daño?
—Lo… siento— susurré a media voz— yo no soportaría la idea de dañarte.
Entonces ella se deslizó por el viento, rozándome la mejilla con la punta de sus dedos.
—Cuídate— diciendo esta sencilla palabra se desvaneció sin dejar rastro.
La lluvia se había detenido, el paraguas voló lejos de mí alcance.
Y yo, por primera vez en mucho tiempo… sentí esperanza.
Fin
Mab!
ResponderEliminarJejeje, paso de carrera por tu blog *w*
Como dije en el foro, amé este escrito!
Mujer! es q no te cansas de escribir cosas tan bellas *o* (la verdad espero que no te canses jamás xD)
Estaba esperando ansiosa la continuacion de tiempo, y cuando supe me la lei de una xD
Ojalá sigas escribiendo, y deleitandonos con tus relatos *w*
Saludos y abrazos!!
Bye!~